Yom Kippur es un día santo “apartado”, ordenado por el Eterno como estatuto “perpetuo”. Como está escrito:
“A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida al Señor.
Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante del Señor vuestro Dios.
Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.
Y cualquier persona que hiciere trabajo alguno en este día, yo destruiré a la tal persona de entre su pueblo.
Ningún trabajo haréis; estatuto perpetuo es por vuestras generaciones en dondequiera que habitéis.
Día de reposo será a vosotros, y afligiréis vuestras almas, comenzando a los nueve días del mes en la tarde; de tarde a tarde guardaréis vuestro reposo.
(Levítico 23:26-32)
El Eterno nos ordena a tener cada año, en este día, reposo, ayuno, oración y aflicción.
Los días previos a Yom Kippur son días de examinar nuestro corazón, días de regresar a la senda de vida, que es Su Palabra, días de arrepentimiento (teshuvá).
Teshuvá literalmente significa "retorno". Cuando hacemos teshuvá, examinamos nuestro caminar con humildad, identificamos en qué estamos fallando, que áreas podemos mejorar y retornamos a los caminos de Nuestro Padre Eterno.
Yom Kippur no es solo un tiempo de buscar el perdón del Eterno, sino también de buscar, con un corazón sincero, el perdón de las personas a las cuales hemos lastimado y perdonar a aquellos que nos han ofendido.
Es importante destacar que Yom Kippur es una fecha apartada y escogida por el Eterno, sin embargo la práctica de pedir perdón debe ser habitual en nuestras vidas durante todo el año. Como Yeshua, Nuestro Maestro, nos enseñaba a orar diariamente al Eterno: pedimos al Padre que en Su misericordia perdone nuestras ofensas, pero antes nosotros debemos perdonar a los que nos ofenden (Mat. 6:12).
“Porque si perdonan a los hombres sus ofensas, también vuestro Padre celestial los perdonará a vosotros. Pero si no perdonan a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas.
(Mat. 6:14-15)
Que el Señor se agrade y se glorifique este Yom Kippur, y que seamos inscritos y sellados en el Libro de la Vida, no por nuestros méritos, sino por los méritos y el sacrificio del Cordero, Yeshua Nuestro Mesias.